
EL ADIÓS
Para quienes quieren reír de lo absurdas que son tanto las familias disfuncionales como las sociedades civilizadas.
EL ADIÓS
“¿Tú ves tristeza?”
Nada más molesto que un hijo decidiendo interrumpir la cena familiar, consistente de sopa con muchísima sal, para anunciar que se va. Por si eso no fuera ya suficientemente serio, el crío de 35 años tiene la osadía de hacerlo con el traje del padre puesto y, peor aún, con la maleta de la madre en las manos. Esta gravísima falta dará paso a un ciclo de violencia que dejará en claro que el amor cuesta la mitad del sueldo de una maestra de primaria, el núcleo familiar es un espacio que apuñala al corazón y deja huecos en la sien, y Europa, un lugar de lo más alegre, es una reverenda cloaca de sociedad.
“¿Tú crees que del otro lado es alegre?”
Transitando entre el absurdo, lo surreal y lo incómodo, la multipremiada obra “El Adiós” de la dramaturga y actriz belga Mireille Bailly es una ácida e ingeniosa comedia de humor negro que pone en evidencia tanto la profunda agresividad que se esconde dentro de las dinámicas familiares disfuncionales como la descomposición social que existe actualmente en Europa, continente que siempre se ha jactado de albergar lo más civilizado de la sociedad. A través de una familia consistente de mamá, papá e hijo, misma que será convulsionada por la llegada de otra familia similar, pero con mucho más dinero, la obra explora la necesidad de encontrar un camino propio en un entorno que pareciera empecinado en cerrarle las puertas a cualquiera que tenga la osadía de ir en contra del estatus quo y de lo que se espera de uno como parte de una sociedad y de una familia “tradicional”.
“Te amamos con furia.”
Como si de un ciclo interminable se tratara, el hijo declara todos los días a las 19:00 en punto que ya se va. Con cada nuevo intento su determinación pareciera irse debilitando al mismo tiempo que se van revelando nuevas circunstancias, como una relación amorosa que tenía oculta, y se van desatando violencias cada vez más brutales. Entre cuchillos clavados en el pecho y balas alojadas en el cráneo, poco a poco van apareciendo chantajes emocionales, comentarios pútridos que hieden a discriminación, una malsana relación con el dinero tanto por quienes lo tienen como por quienes no, y una desigualdad social que permite a los ricos humillar y controlar como si fueran los dueños del mundo.
“No lo estoy protegiendo, lo amo.”
En una primera lectura, “El Adiós” es una profunda e hilarante crítica a las relaciones familiares. Haciendo uso de la risa como instrumento de catarsis y reflexión, la autora deja en claro cuán disfuncional pueden llegar a ser las relaciones entre padres e hijos en torno al dinero, a la independencia, a los afectos que asfixian y al control que la autoridad paternal ejerce al punto de la humillación de dejar a un hombre de 35 años en calzones, calcetines y corbata sentado en una silla siendo regañado y aleccionado como si de un niño se tratara. Sin embargo, en una segunda capa más ácida y profunda, la obra también pone la lupa sobre Europa, sobre las sociedades civilizadas que en México se admiran como si fueran tanto mejores que la nuestra. Oculta entre los hirientes diálogos que la familia se lanza entre sí, la obra revela una Europa que discrimina a otras razas y otras formas de vida que no sean las aceptadas, que tiene diferencias económicas profundas en cuanto a la distribución de la riqueza, que subvalora la educación y enarbola la violencia como en cualquier país latinoamericano, y que, finalmente, termina siendo tan horrenda como cualquiera pues está constituida por humanos que tuvieron al osadía de sentirse superiores a los demás por el simple hecho de haber nacido en una zona geográfica privilegiada, a menos que seas de Grecia o Turquía porque esos países no cuentan.
“Un hombre siempre se queda con su calzón en los momentos difíciles.”
La casa familiar no tiene paredes, es sólo un marco metálico café con una puerta doble de madera al fondo. La comida que se consume en escena, así sea pollo, sopa, papas a la francesa o incluso cereal con mucha sal, es real. El vestuario de la familia refleja su hastío, el cansancio monótono en el que viven, desde el traje que usa el hijo que ya ha visto mejores ayeres y que en conjunto con su corbata es descrito como café lodo con café caca, hasta el vestido y mandil de la madre que hace de un patrón floral algo descolorido y agotado. En contraste, la ropa que porta la familia millonaria que irrumpe hacia el final de la obra habla de opulencia. La otra madre usa telas doradas y turquesa que reflejan la luz a pesar de traer un collarín ortopédico que le impide tener un amplio rango visual. Cuando los dos amantes por fin se logran unir y abrazar, compartiendo zapatos nupciales, dos coreografías se desarrollan en paralelo, ambos homenajes a la gran coreógrafa Pina Bausch, cada una abordando elementos clave de su estética como la confianza y la inmovilidad.
“¿Cuándo voy a poder respirar también?”
El texto de Bailly es profundamente complejo no sólo en los temas que toca, también en su estructura surreal, absurda y repetitiva. Por ende, la dirección escénica que demanda es una que sea capaz de capturar estos elementos desde lo lúdico y lo cómico, creando así un reflejo fársico que denuncia desde la hilaridad cuán grotescos son los seres humanos, al mismo tiempo que captura lo patético y crudo del subtexto, provocando que el espectador, entre risas, se sienta profundamente incómodo ante lo que sucede en escena. Este reto lo asume con éxito Boris Schoemann quien conduce “El Adiós” por un camino ascendente, desde la contención hasta la oligofrenia, creando escenas tanto de profunda intimidad, una madre que acaricia a su hijo mientras expresa su amor y fragilidad, como de esquizoide comicidad, dos familias que terminan corriendo por todo el lugar en lucha por una maleta mientras que una mujer en turbante está postrada en un sillón en la cima de una mesa de comedor. Estéticamente, el diseño de vestuario a cargo de Estela Fagoaga como la escenografía e iluminación de Anna Adrià Reventós, resultan factores clave para crear este universo disfuncional en el que el amor, la miseria y la discriminación cohabitan.
“Soy millonario, ¿puedo pasar?”
En la primera escena, el hijo pareciera determinado a irse del hogar, la madre se presenta como una mujer opacada por la fuerza del padre, y este último se muestra como un ser cruel y enfurecido. A medida que las escenas van avanzando y el ritual de partida se repite, los roles van cambiando, las interpretaciones se trastocan, los personajes se complejizan. De repente la madre es una gorgona que con una mirada lanza dagas a quien se le ponga enfrente, el hijo pasa de ser un hombre orgulloso de su naturaleza a un guiñapo empapado por sus propias lágrimas que sólo quiere el abrazo y amor de su mami, el padre se revela como un mediocre incapaz de pensar en otra cosa que no sea el dinero que le falta. Cuando los novios se ven a los ojos, se revela su verdadero amor, algo que se contrapone al asco que la madre rica deja en claro con su inmensamente afectada forma de hablar.
“Cuando se ama, no se cuenta.”
El elenco de “El Adiós”, compuesto por Alejandro Calva, Esther Orozco, Fernando Bueno, Constantino Morán, Pilar Boliver y Emmanuel Pavía se entrega a plenitud a la farsa absurdista que propone Schoemann consiguiendo capturar tanto el negro humor de la dramaturgia como su patetismo y agresividad. Ejemplo de esto se puede ver en Orozco, quien opera desde la verdad ya sea siendo feral en sus ataques a su hijo, lamiendo puré de papa de un plato mientras es violentada verbalmente por Calva, o abrazando amorosamente a su hijo mientras lo discrimina. La manera en que Fernando Bueno se va resquebrajando poco a poco en absoluto silencio en los brazos de su madre es tan doloroso como hilarante resulta la llegada de Boliver a escena, quien lleva el tono de la obra hasta una sátira caricaturesca desde el mero respirar y hablar de forma exageradamente afectada. Cada uno de los intérpretes, desde la fractura o lo ridículo, a partir de un grito rabioso o desde una mirada furtiva a espaldas de todos, lleva la puesta en escena y la propuesta de montaje hasta sus últimas consecuencias de la mejor manera.
“Todos hemos tenido un calzón lleno de mierda.”
Hacia el final de la obra, un hijo transforma un acto de humillación a uno de amor y entrega, transformando su vestido de novia en un símbolo de resistencia y unión, demostrando que, en medio de toda la podredumbre familiar y social que reina en Europa, en México y en todo el mundo, aún hay esperanza. Mi esposo y yo nos hemos enfrentado a miembros de nuestras familias que se piensan por encima de nosotros, a la conservadora sociedad que clama nuestro hogar como Sodoma, a un mundo que, a pesar de decir lo contrario, sigue estando dominado por la violencia. Contra todo esto, somos felices, hemos encontrado la alegría, aunque no estemos en Europa, o vivamos eternamente bajo el yugo de mamá y papá.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: El Adiós
DRAMATURGIA: Mireille Bailly
TRADUCCIÓN Y DIRECCIÓN: Boris Schoemann
ELENCO: Alejandro Calva, Esther Orozco, Fernando Bueno, Constantino Morán, Pilar Boliver y Emmanuel Pavía.
DÓNDE: Teatro Santa Catarina
DIRECCIÓN: Jardín Santa Catarina 10, Plaza de Santa Catarina, Coyoacán.
CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 hrs. Hasta el 30 de noviembre 2025. Suspende funciones 1 y 2 de noviembre.
COSTO: $150. Boletos en taquilla. Aplican descuentos.
DURACIÓN: 100 minutos sin intermedio
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.