DUBLÍN
Para quienes entienden que el teatro y la realidad a veces se confunden en una dolorosa farsa.
DUBLÍN
Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
“Hoy es nuestro gran estreno.”
En este fatídico día de 1904 el Rey de Inglaterra va a desfilar por las calles de Dublín, una ciudad de contrastes, dividida por los deseos de independencia que muchos de sus habitantes sienten debería existir en la subyugada Irlanda. Un grupo de artistas, egos desmedidos e ideales trastocados incluidos, han decidido comenzar la revolución haciendo uso del único lenguaje que entienden: el del teatro. Prepárense todos para una función explosiva, El Conejo del Guerrero está por comenzar.
“Esta ciudad se colapsa casi a diario.”
Tomando como marco histórico la apertura del afamado Abbey Theatre en 1904 y haciendo toda una serie de referencias a los trabajos de grandes e ilustres creadores de la época como James Joyce, William Butler Yeats, Lady Gregory y Oscar Wilde, el dramaturgo irlandés Michael West imagina “Dublín”, una amarga farsa dividida en tres actos donde el mundo de los ideales políticos y el del teatro colisionan ante la irremediable humanidad de sus protagonistas en una ingeniosa amalgama entre lo cómico y lo trágico.
“Voy a dar función y espero que lo entiendas.”
Haciendo uso de la narratugia como vehículo de progresión dramática, “Dublín” sobresale como un paisaje pintado entre sombras de una sociedad fracturada, buscando respuestas y justificando sus propias visiones de la realidad al mismo tiempo que hace una dura crítica a aquellas personas que han dedicado su vida al teatro, convirtiéndolo en la trinchera desde donde se pelean guerras personales contra el sistema o contra los demonios propios. Mientras que en un primer acto, que a momentos se siente sobre extendido, se presenta a los personajes principales de la obra mientras tienen que lidiar con la capital de Irlanda y sus habitantes, el segundo los planta en su ambiente natural, sobre el escenario, para una representación teatral que sin duda podría haber sido escrita por el mismo Yeats, haciendo toda una serie de comentarios ácidos y críticos contra el quehacer teatral de forma humorística y sarcástica. Finalmente, el cierre de la obra en el tercer acto lleva la trama a un lugar mucho más lúgubre y desesperanzador, un claro reflejo de la lucha que Irlanda ha tenido que vivir durante más de un siglo en la búsqueda de su emancipación de monarquía inglesa.
“Es un día muy particular para representar una obra, ¿no le parece?”
Tomando como punta de lanza los elementos estéticos de la Comedia del Arte y apoyado por un sólido equipo de trabajo encabezado por Auda Caraza y Atenea Chávez en la escenografía, Matías Gorlero en la iluminación, Fernanda García en el diseño de vestuario y Brenda Castro en Maquillaje, el director Fernando Bonilla aborda el montaje de “Dublín” con una mezcla de seriedad e irreverencia que funciona de lleno en el segundo acto a la hora de montar una obra de teatro dentro del teatro mismo, ofreciendo vistazos a un ficticio tras bambalinas al mismo tiempo, consiguiendo momentos de verdadera comicidad en especial para quienes se han visto involucrados en el teje y maneje de hacer teatro. Sin embargo, debido a un ritmo aletargado que pareciera caer en la pesadumbre, y a una ausencia de acentos dramáticos en el tono, el primer acto se llega a percibir como una excesiva presentación para un planteamiento que no necesitaba tantas explicaciones desde un inicio, y el tercer acto como una recaída tras la ligereza del segundo donde lo terrible de la situación planteada por el texto se recibe con un cierto cansancio. Una vez que la puesta en escena trabaje por fortalecer estos puntos, llevándolos a un punto mucho más ágil para el espectador casual, el resultado se verá profundamente beneficiado.
“Estuve en escena, soy actriz.”
Vociferando a todo pulmón sus ideales políticos en plena estación de policía, reclamando su posición como la actriz principal de un fallido montaje o meramente explicando el significado detrás de un reloj de oro, Yuriria del Valle brilla con toda fuerza en “Dublín” gracias a la absoluta honestidad que le inyecta a su interpretación de la diva Eva St. John, aportando la energía que debería estar presente en cada uno de los aspectos de la propuesta. A su lado, Mario Alberto Monroy como un melancólico carpintero perdidamente enamorado y Omar Medina haciendo las veces de un actor demasiado inflado por su propia vanidad, logran momentos entrañables y poderosos, igualmente por el nivel de honestidad que imprimen a sus personajes a pesar de tratarse de una farsa. El resto del elenco conformado por Alejandro Morales, Juan Carlos Medellín y Sonia Couoh alcanzan buenos resultados sin duda -Couoh gritando que ya es actriz es una verdadera delicia- aun cuando se podría trabajar aún más en el fondo dado que la forma ya se encuentra bien lograda.
“El teatro es mi única trinchera.”
“El Teatro Irlandés y el Abbey Theatre”. Ese fue el título de mi tesis de Licenciatura en la carrera de Literatura Dramática y Teatro. Durante mucho tiempo conviví con Lady Gregory, Yeats, O’Connor, O’Grady y Synge en una investigación que me dejó exhausto, fastidiado y jurando que nunca regresaría a visitarlos en mi vida. “Dublín” me ha obligado a regresar a ellos, a convivir con su memoria y a recordar porque fue que decidí trabajar con ellos en un principio. Irlanda es un gran país, fuente inagotable de enormes talentos que han dado enormes aportaciones al teatro, con una capital donde Pierrot y Polichinela conviven a diario con Colombina, discuten con Pantaleón o se enfrentan a un Arlequín con una bomba en la petaca.
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DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Dublín”
DRAMATURGIA: Michael West
TRADUCCIÓN: Angélica Rogel, Gabriela Guraieb y Juan Carlos Medellín
ADAPTACIÓN Y DIRECCIÓN: Fernando Bonilla
ACTUAN: Omar Medina, Yuriria del Valle, Alejandro Morales, Juan Carlos Medellín, Mario Alberto Monroy y Sonia Couoh.
DÓNDE: Teatro Milán
DIRECCIÓN: Lucerna 64 esquina con Milán, Colonia Juárez.
CUÁNDO: Viernes 20:05, Sábado 19:00 y Domingo 20:00 hrs.
COSTO: $350. Boletos en taquilla y ticketmaster.
DURACIÓN: 135 minutos con dos intermedios.
DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking. Les recomendamos revisar el resto de su cartelera así como las obras que se presentan en el Foro Lucerna, dentro del mismo edificio.