DON JUAN TENORIO (A FALTA DE OTRO)
Para quienes quieran ver un Tenorio Cómico con imaginación y sin los Mascabrothers.
DON JUAN TENORIO (A FALTA DE OTRO)
“¿No es verdad, ángel de amor?”Octubre. Época de guardar las banderas tricolor y sacar el papel picado para adornar ofrendas. Tiempo de honrar a nuestros muertos, pedir dulces en las calles y, en el mundo teatral, de montar diecisiete versiones de Don Juan Tenorio, desde la más clásica, como la de Gonzalo Vega, hasta la más alejada del texto original, como el monstruo que han creado los Mascabrothers para complacer a sus seguidores. El remontaje de “Don Juan Tenorio (A Falta de Otro)” de la compañía teatral Veinte Segundos busca su lugar en algúna parte entre estos dos polos.
La historia es por demás conocida, pues ha sido por demás contada. Don Juan tenorio y Don Luis Mejía pactaron una apuesta hace un año sobre quien sería capaz de cometer el mayor número de fechorías y conquistas en el tiempo acordado. Don Juan ha ganado y Don Luis, sin querer aceptar su derrota, lo desafía una vez más, pues en la lista de conquistas falta una novicia que esté por profesar. Esa victima será Doña Inés, quien será seducida por el truhán, una vez que Brígida, la beata comprada del convento, ayude a Don Juan a conseguir el acceso al convento.
“No es que a mí me guste el chisme; en realidad me encanta.”Tras varias muertes, el segundo acto lleva a Don Juan, cinco años después, a un cementerio donde encontrará a un escultor, el sepulcro de Doña Inés, quien muriera de amor, y su propia muerte. Su camino al infierno será detenido por el fantasma de Doña Inés quien intercede para que los amantes puedan ascender al paraíso.
Para quienes conozcan el original, se darán cuenta de que me he saltado partes de la obra y que he minimizado algunas otras. No es un error mío sino parte de la adaptación que se le ha dado a “Don Juan Tenorio (A Falta de Otro)”. Esta versión, nada pretenciosa, corta grandes pedazos de la obra y adecua muchos otros, para que su público reciba la esencia de la historia de Zorrilla, dando un mayor énfasis en la comicidad que los mismos adaptadores le han dado. El resultado es un pastiche que combina la farsa, la bufa, el drama clásico, la tragedia y el albur. He de decir que el duelo de canciones al inicio del primer acto, a la Pedro Infante y Jorge Negrete, combinando la comicidad mexicana con el texto español es mucho más ingenioso de lo que hubiera pensado.
“¿Y ese entierro que va? Es el tuyo.”La dirección a cabo de Gustavo Zamora logra lo más que se puede dentro de las limitaciones del foro mismo, pues el montaje original fue concebido en 2006 para un teatro a la italiana y de mayor amplitud. El escenario del FOCO es bastante reducido y tiene tres diferentes vistas para el público. Esto no es nada fácil de manejar y se consiguen grandes momentos, sobre todo hacia el final de la obra, en el cementerio donde Don Juan conseguirá la redención. Zamora consigue crear magia en el escenario, a momentos, en un espacio que realmente no da lugar para mucha.
“Hay una eternidad detrás de cada hombre.”Por su parte, los actores son de buena calidad. El balance entre el texto en verso, que se respeta muchísimo más hacia el segundo acto, y los injertos cómicos es logrado en su mayoría y resultan creíbles en ambos mundos. Destaco el trabajo de Antonio Arroyo y de Nohelya Vegas como Don Juan y Doña Inés, respectivamente, al lograr, justamente, este delicado juego entre lo chusco y lo serio.
“Se cayó mi escapulario imaginario.”Sin embrago, tengo un problema muy serio con la obra. Cuando un cómico es bueno, se corre el riesgo de engolosinarse y querer más y más hasta el punto del empalagamiento. Miguel de la Oz realiza cuatro diferentes papeles durante la hora y media que dura la obra y he de confesar que me pareció graciosísimo, sobre todo en su papel de Brígida, la beata. Momentos, como cuando teje una bufanda, o se le cae su escapulario imaginario, me arrancaron una carcajada inesperada. El conflicto me viene cuando ya no sé si estoy viendo una adaptación de “Don Juan Tenorio”, o “El Show de Miguel de la Oz”. El segundo acto ya no tiene cabida a la comicidad y tal pareciera que metieran al escultor “a la Bob Ross”, no para mejorar el montaje, sino para que de la Oz se siga luciendo con sus dotes cómicas. Es muy bueno, no lo discuto, pero la obra no se trata de él. Un balance sería agradecido, aunque confieso que la mayoría del público lo único que quería era todavía más de Miguel.
“Don Juan Tenorio (A Falta de Otro) es una alternativa divertida para quienes gustan de ver este montaje en épocas de muertos. ¿Es un Tenorio respetuoso del original? No. ¿Se van a reír mucho? También. De eso, seguro.
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