CORRIDOS CHEJOVIANOS
Para quienes quieren descubrir el lado más divertido y norteño de Anton Chejov.
CORRIDOS CHEJOVIANOS
En el norte de México, justo por ahí donde está la represa de la Providencia, hay varios ranchos donde las cosas están que arden. Por un lado, una viuda no puede lidiar con la pena que la embraga tras haber perdido a su marido, mucho menos con las deudas que dejó o con una bestiaa salvaje que se ha posado en su sala para cobrarlas. Por el otro lado, un enamoradizo pero muy terco huerco quiere pedir en matrimonio a la bella pero corajuda señorita Chaparro, a pesar de una o dos diferencias de opiniones que pudieran tener. Rusia nunca ha estado más cerca de Monterrey me cae.
“Me voy a quedar aquí hasta que me pague.”
Siempre se ha dicho que una gran pieza puede ser tocada en cualquier ritmo, ya sea rock, salsa, cumbia o incluso banda, y su calidad y valor musical saldrían a relucir por encima de cualquier instrumentación. En el teatro la misma regla aplica, algo que Cristian Magaloni y Jessica Canales demuestran con creces en “Corridos Chejovianos” al adaptar magistralmente las obras cortas El Oso y Petición de Mano, del dramaturgo ruso Antón Chejov. Bajo el contexto social y cultural que prevalece en los estados colindantes con Estados Unidos, Magaloni y Canales consiguen darle un nuevo aire, original y muy divertido, a las ya ingeniosas obras de Chejov, imprimiéndoles frescura y demostrando una verdadera propuesta de exploración escénica que funciona desde la dramaturgia.
“Ámonos pa fuera que no voy a llenar mi casa de sangre y tripas.”
En El Oso, un macho y aguerrido ranchero, con un corazón de pollo bien escondidito, le exige a una doliente viuda que le pague las deudas que dejó su difunto marido. Entre dimes y diretes, amenazas con rifle y altercados con un sirviente muy delicado, la tensión entre hombre y mujer se convertirá en dinamita pura. Mientras tanto, en Petición de Mano, una propuesta de matrimonio se descompone por completo cuando una diminuta potranca y un testarudo hipocondriaco se dan sus buenos encontronazos por una propiedad inservible y la calidad de dos perros que sólo les importan a ellos. La gracia y comicidad de Chejov se mantiene en su totalidad en “Corridos Chejovianos”, siendo el valor agregado la manera tan precisa en que Canales y Magaloni han sabido capturar la esencia de la cultura norteña para aplicarla en la puesta en escena con resultados aún más divertidos. De tal manera que el oso siberiano del escritor de La Gaviota se vuelve aquí un portentoso macho mexicano y la dulce hija de sociedad rusa se transforma en una guerca muy atrabancada.
“Yo lo suyo no lo quiero, pero lo mío no lo voy a perder.”
Una mesa de madera al centro del escenario, el público sentado a dos frentes. En un extremo, la viuda come unas gomitas con lágrimas en los ojos y tubos en el cabello. De momento entra en escena el mozo, quien informa con gran afectación que un hombre desea hablar con la señora de la casa. Ella se niega, pero en cuanto se da cuenta del tamaño de hombre que está irrumpiendo en su sala, se quita los rulos de la manera más rápida posible. La dirección que Cristian Magaloni propone para “Corridos Chejovianos” logra catapultar la comedia del texto a lugares aun más altos de hilaridad gracias a un buen trabajo en conjunto con su elenco y a una clara visión de la puesta en escena que está proponiendo. No obstante, es necesario trabajar con el ritmo de ambas obras cortas para que el flujo de risas no decaiga, principalmente en El Oso.
“¿Ahora me vienes con que me quieres regalar mi propia tierra?”
El mozo sale corriendo con el más afeminado de los contoneos de mano para abrir la puerta. Más adelante, sus reacciones ante el conflicto que se está desarrollando entre su patrona y el bruto que la está molestando van desde ojos desorbitados hasta un tratar sin resultados de detener a la viuda antes de que cometa una locura. “Corridos Chejovianos” se beneficia enormemente de un grupo de actores que se alinean a la visión del director y llevan los personajes al límite, pero sin cruzar la línea hacia la farsa. De tal manera, Roberto Beck es hilarante tanto como el ya mencionado criado o como el muy enfermo futuro marido, Mario Escalante consigue la dualidad del oso, feroz y tierno, con igual simpatía y Assira Abbate se muestra encantadora con su sonrisa de oreja a oreja, misma que se convierte en angustia o en rabia a medida que su amado reacciona en todas las maneras equivocadas. Finalmente, Florencia Ríos se integra a la puesta en escena en esta nueva temporada, demostrando estar a la altura del resto del elenco. El montaje brilla en verdad por la calidad de un equipo entero que entiende lo que es la buena comedia.
“¡Cásense y sáquense a chingar a su madre!”
A lo largo de mi historia como crítico teatral he visto a Shakespeare como un show de cabaret para niños, como una banda de revolucionarios y como una guerra de comida en una cocina industrial. También he aplaudido a Eurípides y a Sófocles como un anarquista o como un monarca caprichoso. El teatro es tan poderoso, cuando está bien hecho, que podemos llevar las más grandes historias a cualquier rubro y hacer que funcionen. Nunca habría imaginado a Chejov con sombrero de ranchero, la compañía Teatro en una Cáscara de Nuez demuestra que todo es posible sobre el escenario.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Corridos Chejovianos”
DRAMATURGIA: Cristian Magaloni y Jessica Canales a partir de “El Oso” y “Petición de Mano” de Anton Chejov.
DIRECCIÓN: Cristian Magaloni
ACTÚAN: Mario Escalante, Florencia Ríos, Roberto Beck y Assira Abbate.
DÓNDE: Sala Novo
DIRECCIÓN: Madrid 7, Coyoacán.
CUÁNDO: Domingo 18:00 horas. Hasta el 25 de Agosto.
COSTO: $200. Boletos en taquilla y en https://boletopolis.com/es/evento/9759
DURACIÓN: 55 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.