CIVILIZACIÓN
Para quienes NO quieren ver una torre de veinte pisos en el Centro Histórico.
CIVILIZACIÓN
“¿Para ti, qué es grande?”Todo hombre que se precie de serlo entiende la importancia de dejar un legado que lo vuelva inmortal una vez que haya abandonado esta existencia. Qué mejor si ese legado es grande, que digo grande… enorme. Algunos estudios dicen que no es seguro el proyecto, pero los números siempre se pueden arreglar. Hay burócratas que aseguran que esto es una abominación, pero ¿qué pueden saber unos insignificantes Godínez sobre la verdadera grandeza? Las leyes se lo prohíben pero, como todos saben, con un poco de dinero de por medio todo se puede solucionar, dinero del estado claro y no propio. Chantajes, sobornos, secretos, dinero, traiciones y un buen tequila; todo se vale si se trata de conseguir su objetivo. Nada ni nadie, ni siquiera un puñado de Legionarios de Cristo o la mismísima UNESCO, lo detendrán de ver su edificio de veinte pisos bien plantado justo en el centro histórico de la ciudad. ¡Y que le hagan como quieran!
“Dios es un edificio grande y vacío.”La corrupción desmedida que existe en nuestro país siempre ha sido tierra fértil para la creación de obras de denuncia, shows de cabaret, farsas y un sinfín de obras abordando el tema desde diferentes ópticas. En “Civilización”, el multi-premiado dramaturgo mexicano Luis Enrique Gutiérrez Ortíz Monasterio (L.E.G.O.M.) da un interesante giro a este mal que aqueja a nuestra sociedad, al meter de lleno las manos en el centro de la podredumbre para evidenciar lo podrido del sistema en una comedia que realmente tiene mucho de amargo.
“Dije que quería hacer algo grande, no eterno.”Un hombre con serios delirios de grandeza ha decidido construir una torre de cristal de veinte pisos en el centro de una ciudad colonial, sin justificación alguna para hacerlo, sin el mayor propósito que el de querer hacerlo porque cree poder, pero eso sí, con todas las influencias políticas que le da ser el primo hermano del alcalde de la ciudad, quien tiene ya bien plantados sus colmillos en la gubernatura del estado. Bajo esta premisa es que L.E.G.O.M. presenta una serie de escenas entre este hombre y el corrupto familiar, así como con el único burócrata que tiene el poder necesario para impedir que esto suceda, todo bajo la penetrante mirada de un criado omnipresente criado. Aun cuando a momentos se pueda sentir un tanto alargado, el texto es bueno sin duda, el lenguaje coloquial con el que se presenta muy divertido, el humor sumamente ácido y la propuesta escalofriante al saber que la situación que se presenta en escena tristemente no es tan ficticia.
“Déjame hacer cosas grandes y te voy a llenar de milagros.”La dirección de Alberto Lomnitz es sencilla, sin complicaciones, enfocándose más al trabajo actoral que a una compleja propuesta escénica. Resulta digno de mencionar elementos de interés como la omnipresencia de comida durante todas las discusiones, chicharrón con guacamole, queso y jitomate, galletas, cacahuates, etc., así como alcohol, lo cual acentúa la gran decadencia detrás de cada una de las conversaciones. Asimismo, resalto la elegancia con que Lomnitz da una bofetada a todo un sistema fallido al inicio de la función, cuando un bello prado donde hombre y dioses pueden comulgar se transforma en la veranda de alguna hacienda donde un chamán es simplemente la servidumbre. Una atención más cuidadosa al ritmo, sobre todo hacia el final, logrará un mayor impacto en los asistentes en relación al discurso que se busca transmitir.
“Lo grande no necesita pretextos.”El mayor acierto en “Civilización” se encuentra en el trabajo de sus dos actores principales. José Carlos Rodríguez es patético, lamentable y detestable como este hombre enfermo y obsesionado con su absolutamente ridículo sueño de construir su torre, mientras que Juan Carlos Vives consigue encarnar a la perfección al típico politiquillo corrupto, repugnante en su hablar, caminar y, sobre todo, comer. Posiblemente lo que más llama la atención sobre estas dos actuaciones es la seriedad con la que José Carlos aborda su personaje, característica esencial para la comedia, mientras que Vives pareciera caminar más por los caminos caricaturescos de la farsa. Una decisión producto de tanto actores como de director que imprime un contraste muy entretenido de atestiguar, sobre todo cuando las amabilidades se dejan de lado y los golpes bajo la cintura comienzan a volar. El elenco se completa con Hamlet Ramírez y Salvador Velázquez, ambos firmes en sus papeles secundarios, apoyando la comedia y al servicio de poderoso caballero Don Dinero.
“Las cosas grandes son maravillosas, cabrón.”El sistema se encuentra lleno de goteras, marcas innegables de la ineficacia de aquellos que tienen el poder para que las cosas cambien. Sin embargo, esas goteras somos nosotros, cada persona que ha recibido o dado mordida, que ha sido testigo mudo de actos inmorales y se ha limitado a cerrar los ojos, que se queja sin nunca mover un dedo en pro de una realidad mejor. Yo lo he hecho, lo acepto. Tengamos el valor de aceptarlo y a partir de reconocer la existencia de un problema es que se puede comenzar a solucionar. Pensamientos profundos y filosóficos cruzan mi mente mientras escribo sobre “Civilización”, bebo cómodamente un frapuccino en un Starbucks de Reforma y contemplo nuestra propia y muy real torre inútil de veinte pisos: la Estela de Luz.
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