CARNE DE CAÑÓN

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Para quienes desean presenciar un ritual fársico/performático que celebra la femineidad.

CARNE DE CAÑÓN

Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas

“¿Cómo escribir una obra de teatro sobre mujeres siendo mujer?”

Cuatro mujeres, reunidas por el azar, más unidas por ser contemporáneas, tener a Marte en la misma posición dentro de su carta astral, y estar coordinadas en su ciclo menstrual, se han congregado esta noche para realizar un místico ritual. En medio de un estridente concurso que mide el privilegio, un programa de televisión que difumina por completo la ficción de la realidad, entre princesas que nunca quisieron serlo y el nacimiento, o renacimiento, de cuatro cuerpos que se celebran y se juzgan, cuatro arquetipos femeninos se harán presente en este teatro y nadie quedará impávido.

“Para entender necesitamos entrar.”

En la Isla de Sumatra, Indonesia, se encuentra la más grande comunidad matriarcal del mundo, las Minangkabau. A partir de su cosmogonía, resguardada en un libro de corte ritual, la creadora escénica Itzhel Razo construye Carne de cañón.  Esta pieza de teatro performático entremezcla el realismo con la farsa, la verdad con la ficción, lo chocante con lo impactante, al mismo tiempo que busca explorar lo femenino desde una visión que no se limita únicamente a celebrarlo, sino que lo cuestiona, lo confronta y lo violenta en busca de abrir discusiones en torno a lo que conforma en la actualidad a una mujer en toda su complejidad y gloria.




“Todas nacieron mujeres y fueron educadas, naturalmente, para ser mujeres.”

La puesta en escena inicia con un prólogo donde Razo explica un poco la supuesta génesis de su obra, las reglas que siguió para conformar su estructura y su elenco, todo ello dentro de un aura de misticismo que incluye movimientos escénicos de mujeres que brotan de una boca inmensa proyectada en la parte trasera del escenario. La ejecución de los primeros dos rituales que conforman la obra, la presentación de los arquetipos de la doncella y la rezagada, dan un giro tonal radical, convirtiendo la propuesta en una estridente farsa donde las actantes compiten por ver cuál de las cuatro tiene el mayor número de privilegios, desentierran a sus princesas Disney impuestas en la infancia, son parte de un misógino programa televisivo que las reduce a cuerpos erotizados, al mismo tiempo que se diluye qué parte de lo que se dice en escena es referente a las realidades de las participantes y qué es una ficción que fortalece el discurso que se pretende dar. Con los dos últimos arquetipos, la madre y la anciana, la obra es devuelta de golpe al misticismo, a un estado de alumbramiento que desnuda en esplendor al elenco para dar luz a nueva vida, a una celebración que busca tanto confrontar al espectador con su propia relación con lo femenino y con las cuerpas, al tiempo que revela la fortaleza de la mujer cuando es ella quien toma el control de sí misma.

“El privilegio no perdona.”

Dramatúrgicamente, Carme de cañón es una exploración sobre lo que significa el ser mujer desde el ser mujer, tomando cuatro arquetipos como la estructura para construir una progresión dramática. A momentos perturbadora, fascinante, violenta y atrevida, en otros burda en el uso de la comedia y oligofrénica en su ejecución, el performance de Itzhel Razo pone al espectador en una postura incómoda dado que la suspensión de la incredulidad que la puesta en escena presenta se contradice a sí misma constantemente. Lo que se presenta como datos duros, no son necesariamente ciertos, las historias de vida de las actrices podrían ser las propias o de alguien más, no se sabe si incluso son completamente ficcionadas, por lo que finalmente uno se rinde a buscar sentido o veracidad y meramente se convierte en testigo de la travesía físico/emocional al que se prestan las participantes. Una vez dicho esto, cuando la palabra deja de ser el canal de comunicación y se da paso a que la narrativa sea desarrollada por el cuerpo mismo, hacia un parto en escena que confronta en su belleza y poderío, la obra se acerca a la contundencia, a ser una experiencia performática transformadora. Este paso que sucede durante el tercer arquetipo es de tal fortaleza que no permite a la anciana, el cuarto episodio del montaje, a ser algo más que una coda.




“Invita a tu dragón a jugar contigo.”

En un inicio se anuncia que la obra va a ser grabada y que si algún miembro del público se siente incómodo con tal hecho que lo haga saber de inmediato. Sin embargo, la obra se centra por completo en el escenario sin una sola participación desde las butacas. Mientras que lo ritualístico y místico toman el control, la escena es potente y confrontativa. Al adentrarse en lo cómico y bufo, la obra es mucho más convencional, jugando con algunos elementos digitales, algunos más vistosos o ingeniosos, otros más decorativos. Una coreografía con escobas está pletórica de posibilidades en su lectura y significado, un anfitrión de televisión que a momentos remite a una Verónica Castro embarazada es más cercano al pastelazo que a la comedia. La dirección de Itzhel Razo en Carne de Cañón despliega la capacidad que la creadora escénica tiene en el terreno del performance, de dialogar más allá de las palabras, de crear teatralidad pura con pocos elementos como son escobas, una especie de burkas cortas, y la desnudez femenina. La contraparte escénica cómica no es igualmente fortalecida debido al favorecimiento de la ficción forzada. No obstante, es de tal poderío el confrontamiento que Razo consigue junto a sus compañeras de escena, Angélica Baños, Aline Bernal y Samantha Nevarez, que lo que es evidentemente real consigue acallar lo falaz. De tal manera, la rebeldía de Baños a ser Blanca Nieves en favor de Prieta Nieves, la honestidad de Bernal para explicar su relación con su propia orientación, o las violencias que aceptó la propia Razo durante su estadía en el Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM, son fragmentos en lo verbal que sí están favoreciendo la dramaturgia corporal que presenta con exquisita precisión el montaje.

“Has expuesto tu cuerpo para sanar.”

Exponer el cuerpo para proteger el alma, dejar a la vista de todos nuestras cicatrices para no mostrar las llagas que aun queman por dentro. Carne de cañón es una provocación escénica performática que nos confronta con nuestras propias cosmogonías, con nuestra relación con lo femenino, independientemente de cuestiones de género, con las violencias a las que la sociedad somete a tantas con el mero hecho de pedirle a una niña que se ponga un vestido de princesa. Yo quizá habría querido uno, pero a mí me tocaba ser príncipe, o más bien ratón de carroza debido mi sobrepeso. El teatro provoca, Razo provoca y la discusión que abre no se cierra fácilmente, es una que nos persigue hasta el alumbramiento de una nueva visión universal.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Carne De Cañón

DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: Itzhel Razo

ELENCO: Itzhel Razo, Angélica Baños, Aline Bernal y Samantha Nevarez.

DÓNDE: Teatro El Milagro

DIRECCIÓN: Milán 24, Colonia Juárez.

DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio

DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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