CAFEÍNA
Para quienes entienden que dormir es el verdadero camino a despertar a la realidad.
CAFEÍNA
Por Juan Carlos Araujo
Recostarse en dirección horizontal, ya sea en posición fetal, boca arriba o boca abajo, cerrar los ojos, no moverse y respirar profundamente. Nada, no pasa absolutamente nada. Cambiar de posición, reacomodar las cobijas y la almohada, comer unas hojas de lechuga o un vaso de leche caliente y repetir el proceso. Nada, sigue sin pasar absolutamente nada. Cuando el insomnio decide apoderarse de uno no hay nada que hacer más que rendirse y aceptar la triste realidad de que esa noche no se va a pegar el ojo, o tal vez nunca más. Hay que prender la cafetera, apuntar el telescopio hacia las estrellas y preparar el tablero del maratón porque esta noche va a ser eterna.
“No me gusta quedarme quieto con la luz apagada.”El insomnio crónico en cinco jóvenes se convierte en un discurso crítico, cómico y ácido sobre toda una generación de milenios donde las redes sociales dominan sus vidas, los afectos tienen fecha de caducidad y cualquier excusa es buena para evitar madurar. “Cafeína” de la joven dramaturga mexicana Jimena Eme Vázquez nos adentra en las vidas de un editor enamoradizo, un químico neurótico, un experto en redes sociales, una prometedora jugadora de fútbol y una astrónoma hambrienta de afecto en una obra que utiliza los juegos de mesa y el camino de las estrellas como una metáfora a una búsqueda inútil de respuestas insulsas cuando lo que se debería de estar haciendo es responder las preguntas verdaderamente importantes en cada uno de ellos.
“Me gusta tener las 24 horas disponibles.”El logro dramatúrgico de Eme Vázquez radica en la correcta manera en que ha creado personajes plagados de temores justo en ese momento en que se debe de asumir la absoluta responsabilidad que conlleva el crecer, madurar y volverse adulto,razón por la que han decidido voluntariamente dejar de dormir. Alejandro es un romántico que pierde el sueño por que se le ha roto el corazón, Lola por temor a llegar a ser exitosa, Vladimir por el enorme enojo que se encierra en su interior, Toño por una imposibilidad a desconectarse de las redes y Lola por la simple razón de no tolerar la idea de estar sola. Cinco vidas adictas al café y a la noche que la dramaturga ha unido en un mismo departamento para dejar en evidencia cuán patéticos son todos y cada uno de ellos al simplemente no querer despertar del aletargamiento en el que llevan sus vidas.
“No entiendo como la gente deja sus vidas en manos del sueño.”El uso de carretes gigantes de madera para la elaboración de todos los elementos presentes en el departamento donde se desarrolla la acción es parte de una propuesta de dirección por parte de Gabriela Fernández y Liza Castro, que aun cuando resulte visualmente interesante, a momentos pareciera enfocarse un poco más en la forma que en el fondo al jugar con todo el espacio escénico disponible, incluso trasgrediendo la cuarta pared, pero sin alcanzar a imprimir en el montaje la fuerza necesaria que requiere el texto. De la misma manera en que se consiguen con eficiencia los momentos cómicos dentro de la historia, se deben de enfatizar los momentos más profundos o dramáticos de la trama, tanto con un ajuste al ritmo como con un mejor equilibrio en el tono de los personajes. Sin embargo, el constante reír de los espectadores es prueba fehaciente de que se ha conseguido un buen divertimento.
“El café es mucho más que una inyección de ojos abiertos.”Actoralmente, “Cafeína” cuenta con un elenco joven que, en gran medida, cumple con oficio y capacidad la labor de mostrar en escena a estos adictos al insomnio. Mientras que Yafté Arias resulta divertido como un neurótico incapaz de aceptar el más mínimo de crítica, Emmanuel Pichardo hace un buen trabajo en convencer a los asistentes de ser un romántico perdido capaz de entregar su corazón a la menor provocación. De igual manera el resto del elenco conformado por Lupita Arellano, Mónica Bajonero y Roberto Gutiérrez tienen momentos admirables dentro del montaje, aunque se deba de tener mucho más cuidado con que todos los personajes se encuentren dentro del mismo tono de la obra, consiguiendo un mejor equilibrio donde nadie destaque. Esta labor responsabilidad de las directoras se debe unir a una mayor introspección a nivel interpretativo para que, una vez más, se deje atrás la forma para adentrarse en el fondo de la obra que realmente es fascinante.
“Se durmió porque se le olvidó por qué estaba despierta.”Son tantas y tantas las cosas que rondan mi cabeza a la hora de poner mi cabeza sobre la almohada que sin duda resulta atractiva la idea de poder estar despierto las veinticuatro horas del día, escribiendo mi nuevo artículo, planeando mi siguiente clase, revisando las fotos que se van a publicar o, aunque sea, viendo un poco de televisión. Sin embargo, los sueños sólo nacen cuando me encuentro en los brazos de Morfeo y justamente han sido esos sueños los que me han llevado a este lugar donde me encuentro hoy: una realidad que no es nada fácil, pero donde soy inmensamente feliz. A fin de cuentas, la vida es sueño.
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