Boyena

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Boyena

Por Rosa Márquez Galicia

Boyena, escrita por Itzel Lara y dirigida por Alejandro Cervantes, se inspira en el cuento La abuela tejedora de Uri Orlev. La obra rehila una historia sobre la vejez, el abandono y aquellas personas que siguen “tejiendo la vida” mientras el mundo las olvida. Dirigida a jóvenes audiencias, cinco personajes con máscara y un títere están en escena: Boyena, Delfina, Jesusa, Tanita, Amelia y Seryeiv junto con una gallina llamada Malena quienes habitan una fábrica donde “tejen el mundo, a veces con punto de cruz, a veces con punto fantasía”. Desde ese espacio surge una pregunta insistente: ¿para quién se teje y bajo qué leyes?

La dramaturgia de Itzel Lara instala un primer conflicto que se resuelve a mitad de la función: Boyena destejió a su nieto Seryeiv porque el mundo real lo rechazó por “estar tejido a mano”. Tiempo después, Tanita lo reteje a escondidas y desata una grieta entre la obediencia a un libro antiguo, al que las abuelas siguen con devoción y la necesidad de tejer aquello que realmente desean. La consigna “no estamos aquí para tejer el mundo, estamos aquí para tejer el nuestro” condensa la insurrección que articula la obra. Ese enunciamiento se enlaza con una metáfora de lectura inmediata ¿cómo nos teje nuestra herencia?, ¿cómo tejemos el mundo?

La dirección de Alejandro Cervantes nos introduce en la vida cotidiana de las mujeres, donde dormir, discutir, comer y tejer son actos compartidos. Se percibe una relación cercana entre los personajes. El trabajo de máscara, diseñado por Natalia Janco, Joaquín Conde y Tania Janco, aporta rugosidad al tiempo y revela una inspiración directa en las tradiciones checas de marionetas y títeres. El diseño de movimiento y la dirección de máscara de Fabo Varona conducen a las actrices hacia una corporalidad de la vejez, habitada por temblores, desplazamientos y rutinas que dejan ver el transcurso de los años. Las diseñadoras crean una poética donde lo textil dialoga con lo diegético.

El espacio escenográfico, realizado por Janco, es un gran textil ensamblado con remaches y mobiliario cuya materialidad evoca el desgaste. La iluminación de Malinali Ríos Vargas y Edgar Mora modela atardeceres y respiraciones de luz que acompañan la materialidad de las máscaras sin interrumpirla. Boyena es también un retrato: Natalia Janco, diseñadora escenográfica, de vestuario y de máscaras, retoma la figura de su abuela checa como inspiración creativa para el diseño de la máscara titular. La influencia de la tradición checa es evidente en los relieves, proporciones y texturas que me recuerdan la obra de Jiří Trnka, maestro del títere cinematográfico y en la estética que atraviesa toda la puesta.

La música original de Bruno García Garduño crea una atmósfera envolvente que evoca a la ternura. La producción general está a cargo de Arte y Escena Janconde, Producciones Malinche y EM Diseño–Producción Escénica, con producción ejecutiva de Malinali Ríos Vargas y asesoría en magia de Marco Torres, quien también manipula a Malena, la gallina. Los efectos de asombro: burbujas, bastones suspendidos, papeles que brotan de los cuerpos, convocan a la infancia y al juego, lo que recuerda que la capacidad de maravillarse no tiene edad.

El elenco compone una urdimbre de mujeres mayores irreverentes: mandonas, tiernas, corajudas, trabajadoras y rebeldes. Delfina administra las “leyes del libro”, ese código que dice proteger pero también oprime; Amelia introduce la imaginación y el resongo; Jesusa encarna la imposibilidad de remendar el recuerdo; Tanita inaugura la desobediencia amorosa al re-tejer al nieto de Boyena, mientras esta última carga con la nostalgia del pasado. Cuando la consigna productivista se desmorona, las mujeres cambian el encargo por el deseo, ya no tejen para otros, sino para sí mismas. Boyena subvierte ese orden al situar en el centro cuerpos envejecidos, mujeres trabajadoras e invisibilizadas.

La obra habla de la sobreproducción, del trabajo como ritmo vital y la frontera de clase dado que se teje porque “no hay opción”, porque “si se detienen, se pierden”. Esa lógica productivista, regida por un libro que nadie sabe quién escribió, pone en escena una pregunta política ¿qué cuerpos tienen más derechos sobre otros?, ¿quién dicta qué debe tejerse? Siendo espectadora de la puesta en escena evoco al pensamiento de Jacques Rancière, filósofo francés, donde puede hacerse una lectura de Boyena como una redistribución del orden de lo sensible, un desplazamiento en las normas que determinan qué puede ser visto, dicho o sentido. Las mujeres reclaman autonomía al tejer su propio mundo, desobedeciendo el mandato de producir para quienes las abandonaron. Cuando una de ellas enuncia: “no quiero que me lideres hoy”, la frase se convierte en detonante de emancipación, incluso en sus jerarquías internas.

¿Qué pasará con nosotras en la vejez? una pregunta que me susurra en la obra.

Es un cuento que revela el trasfondo de una violencia estructural inscrita en las múltiples formas del abandono que atraviesan sus vidas. Reírse del abandono es una manera de quitarle poder, una estrategia de sobrevivencia frente al dolor, de tomarlo como modo de emancipación frente al olvido.

En términos de ritmo, la pieza asume los tiempos de la vejez como tempo escénico; sin embargo, las pausas prolongadas, los silencios y los oscuros totales afectan la continuidad narrativa. Aunque el discurso persiste, el conflicto dramático se diluye y el texto tiende a quedarse en la anécdota sin profundizar en la motivación emocional de los personajes. Surgen interrogantes necesarias: ¿por qué se teje al nieto y no a los hijos?, ¿por qué Boyena se aferra al recuerdo de su nieto aceptando su imposibilidad de crecimiento?, ¿qué necesita Seryeiv?, ¿Cómo puede el teatro equilibrar ese lugar común—lo que el público reconoce como ser una viejita— con la necesidad de abrirlo hacia otras formas de sensibilidad y de representación? ¿De qué modo la obra reitera o cuestiona el dispositivo cultural que representa la vejez? ¿cómo imaginar una nueva genealogía que no obedezca al deber de ser abuela? ¿Cómo emanciparse del orden establecido?

En Boyena, el diseño escénico adquiere un protagonismo que por momentos se sitúa por encima de la historia. La minuciosidad de las máscaras y los elementos visuales se imponen como eje de sentido lo que genera una experiencia que atrapa la mirada del espectador. Aunque a nivel técnico-sonoro, los micrófonos de las actrices presentaron desajustes y hubo diferencias de volumen perceptibles. Sin embargo, vale la pena mencionar que durante varias funciones de esta edición de la 45º Muestra Nacional de Teatro han persistido los problemas de audio.

En cuanto al público, este respondió de maneras diversas. Una parte salió visiblemente conmovida, agradecida por la delicadeza del universo que la obra propone; otra, jóvenes y niños, manifestaron cierta distancia al percibir un desajuste entre la duración y el ritmo, les pareció excesiva la extensión de la obra.

En esa fricción, entre la belleza visual y la disonancia perceptiva, Boyena encuentra una de sus preguntas más potentes: ¿desde qué mirada representamos la vejez y para quién contamos sus historias?

En conclusión, Boyena relata el abandono sin miserabilismo, la obra cuestiona la idea de labor, ley y anhelo y coloca a la imaginación en un acto colectivo e insurrecto. En el gesto de tejer, su resistencia consiste en no dejar de crear, incluso cuando el mundo las olvida.

Tejer el propio mundo es un acto de emancipación, un modo de rehacer el orden de lo sensible, de devolver visibilidad y voz a los cuerpos envejecidos de pensarlas/pensarnos sujetas políticas, creadoras de un mundo que nace de sus/nuestras propias manos. Seguimos aquí, tejiendo lo que aún no existe.

“Estamos en edad de esto y más…”

Boyena.

FICHA TÉCNICA

Delfina: Dano Ramírez
Amelia: Nycolle González
Jesusa: Elba Nallely Maros
Tanita: Maira Carrillo
Boyena: Yunuenn Hidalgo
Malena: Marco Torres
Seryeiv: Fabo Varona

Autoría: Itzel Lara

Dir. Escénica: Alejandro Cervantes

Dir. de Máscara y Diseño de Movimiento: Fabo Varona

Diseño de Escenografía y Vestuario: Natalia Janco

Diseño de Títeres: Alejandra Vega

Diseño de Máscaras: Natalia Janco, Joaquín Conde, y Tania Janco

Diseño de Iluminación: Malinali Rios Vargas y Edgar Mora.

Música Original: Bruno García Garduño

Producción General: Arte y Escena Janconde / Producciones

Malinche y EM

Producción Ejecutiva: Malinali Rios Vargas

Asistente de Dir. Y Asesoria en Magía: Marco Torres

Asistente de Producción Ejecutiva: Eloísa Sixtos

Asistente de Producción General: Helios Cordero

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