LAILA

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Para quienes entienden que un extraño al teléfono es mejor que el silencio. 

LAILA

Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Juan Carlos Araujo
“¿Me puedes activar la línea 297?”
 
Hoy es un día como cualquier otro. Después de pasar ocho espantosas horas encerrada en esa oficina, teniendo que lidiar con el cretino de su jefe, Laila ya llegó a casa. Se quita los zapatos, llama a su mamá para la retahíla de quejas, reclamos y chantajes de siempre, pone a calentar el agua para preparar café y se conecta; su otro trabajo está por comenzar. Un mocoso recién salido de la pubertad aguantará menos de cinco minutos, pero ese cristiano, si se lo permite, podría seguir diciendo sus idioteces por horas y horas; un hombre muy trastornado y con apetitos un tanto exóticos expresará sus deseos mientras afila sus cuchillos y una aún inocente jovencita explorará los placeres detrás de una paleta. Nada le molesta, nada le afecta. Bueno, tal vez esas últimas exhalaciones la sacaron un poco de balance, pero… si ellos quieren hablar, no importa de lo que sea, ella los escuchará. Laila no juzga, simplemente cobra por cada minuto que está al teléfono.
 
“Yo sólo sé que esto me ayuda a llegar más tranquila al fin de mes.”
 

La interacción que existe entre una operadora de una línea telefónica sexual y los clientes que la llaman es un planteamiento que de inmediato provoca toda una serie de preguntas. ¿Quién es esa mujer que se alquila sin ser propiamente una prostituta? ¿Quiénes son sus clientes y por qué la llaman? ¿Qué esperan encontrar? ¿Son todos una bola de pervertidos asquerosos o realmente hay seres humanos detrás de esas respiraciones jadeantes, tan sólo buscando una conexión con alguien, con quien sea? ¿Quiénes somos para juzgar? Renato Guillén responde a estas y otras preguntas con “Laila”, una comedia de tintes melodramáticos mucho más interesante y profunda de lo que pudiera aparentar a primera vista.

“Sí papi, soy una perra.”
 
Lo que se presenta de entrada como una buena oportunidad para reír a través de toda una serie de llamadas ridículas, perversas o simplemente simpáticas, va poco a poco tomando tintes mucho más oscuros, duros, reales y dramáticos a través de un muy bien logrado cambio de tono en las llamadas recibidas y en sí, en la dramaturgia de Guillén. Este mismo giro se ve presente en el personaje titular, ya que Laila se presenta ante el público como el típico papel unidimensional de comedia ligera antes de cobrar sustancia, peso y dramatismo, consiguiendo que nos involucremos con ella a nivel mucho más personal y alcancemos a admirarla al ser testigos de su gigantesca coherencia en respetar sus propias reglas al lidiar con sus clientes. Guillén consigue que el público ría y se conmueva, sin caer en el chiste burdo ni siendo chantajista, cosa que se agradece y respeta.
 
“El cliente siempre tiene que ser el primero en colgar.”
 
El uso de una pantalla de televisión para mostrar aspectos de los interlocutores con quienes interactúa Laila es parte de una serie de decisiones arriesgadas por parte del director Omar Quintanar. Al ser una obra de teatro que lidia con llamadas telefónicas, encuentro innecesario el uso de imágenes e incluso un tanto condescendiente, ya que pareciera que no se confía en que los asistentes sean capaces de imaginar a las personas del otro lado de la línea. De igual manera, el manejo de la iluminación exaltando ciertas emociones tanto de la protagonista como de los clientes termina siendo un tanto obvia e incluso podría ser un factor de distracción. Sin embargo, el ritmo que ha impreso Quintanar a “Laila” es preciso, meticuloso y cuidado, logrando que la acción fluya deliciosamente y, sobre todo, para que el cambio de tono antes mencionado se logre exitosamente.
 
“Yo tengo una cuarta regla: no juzgo.”
 
Adriana Burgos es la responsable de llenar el escenario con su mera presencia y créanme que lo logra. Desde el primer instante que hace su intempestiva aparición, Burgos se apodera de la atención de los espectadores y no la suelta hasta el último instante. Ya sea quejándose directamente con los asistentes sobre su trabajo y su madre o dándose nalgadas imaginarias para deleite de un sadomasoquista, Adriana luce su vena cómica con la misma naturalidad con que es capaz de mostrar profundidad y sensibilidad, como cuando recibe una llamada del pasado que sólo le puede causar dolor o al describir la mano que toca la de un moribundo al otro lado de la línea. La capacidad y rango actoral que despliega Adriana en “Laila” es fuerte y acertado, destacando todos los diferentes matices requeridos a lo largo del montaje con credibilidad y entrega, tarea nada fácil cuando se trata de interactuar con grabaciones de llamadas telefónicas que exigen una reacción y una respuesta precisa para poder mantener la ficción.
 
“Yo, con cada llamada, me reinvento a mí misma.”
 
Todos tenemos secretos, fantasías y perversiones que no confesamos con facilidad. Por temor a ser juzgados, le ocultamos nuestros deseos más oscuros a quienes amamos, las personas que se supone son las que más deberían de entendernos. Laila escucha, se deja llevar por las palabras de quienes quieren hablar con ella y al final cuelga el teléfono sin haber emitido el más mínimo juicio. ¡Qué gran lección para tantos y tantos!
 
“El dolor es el síntoma más claro de que estamos vivos.”
 

En mi trabajo como profesor he escuchado a cientos de alumnos llorar, confesar sus pecados, expresar sus temores. ¿Por qué lo hacen? Porque soy un extraño, estoy lejos de sus vidas reales, y eso me convierte en una vía de escape segura y libre. Al igual que Laila, cargaré esas confesiones hasta la tumba, nunca las divulgaría pues quien tuvo el vlor de expresarlas cometió un acto que siempre traerá libertad.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Laila”
DRAMATURGIA: Renato Guillén
DIRECCIÓN: Omar Quintanar
ACTÚAN: Adriana Burgos
ACTORES INVITADOS: Adrián Ladrón, Lorena Suárez, Tihany Garduño, Jorge León, Valentina Garibay, Alfonso Cárcamo, Oscar Altamirano, Mario Corona y Jorge Hernán.
DÓNDE: Espacio Urgente 2 dentro de Foro Shakespeare.
DIRECCIÓN: Zamora 7, Colonia Condesa. A dos cuadras del Metro Chapultepec.
CUÁNDO: Viernes 20:30 hrs.
COSTO: $150 entrada general. Boletos en taquilla y ticketmaster.
DURACIÓN: 80 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: El Foro Shakespeare no cuenta con valet parking, pero hay un estacionamiento a lado. Se encuentra muy cerca del metro Chapultepec. Les recomendamos revisen el resto de la cartelera, tanto del foro principal, como de los espacios alternativos con los que cuenta el lugar.
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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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