EL ÚLTIMO CICLISTA

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  1. Para quienes entienden que la risa es una muy efectiva manera de jamás olvidar nuestros errores como humanidad.

EL ÚLTIMO CICLISTA

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (@RiAlCastillo)

“¿Usted es loco o ciclista?”

Los lunáticos han escapado del manicomio y, bajo el liderazgo de Gran Mamá, tienen una única misión: dar muerte a todos los ciclistas. El muro del horror se ha levantado, una gran C se pone en la ropa de todos aquellos que han tenido la osadía de usar el innombrable vehículo de dos ruedas y un régimen totalitario está llevando lenta, pero sistemáticamente a la quiebra al país. Esto podría parecer un gran absurdo, una historia sin pies ni cabeza. Desafortunadamente, esto es historia, una que debemos conservar en la memoria por siempre y que, de graciosa, no tiene nada.

“Las bicicletas quedan prohibidas hasta el fin de los tiempos.”

El dramaturgo Karl Svenk, al igual que un sinnúmero de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, fue enviado a un campo de concentración, el de Terezín para ser específico. Fue ahí donde creó “El Último Ciclista”, una farsa escrita en el mejor estilo absurdista, cargada de hilarante humor negro, y que reinterpreta los hechos sucedidos en uno de los momentos más oscuros de la historia del hombre tal y como lo hiciera el maestro del absurdo Eugene Ionesco en su obra El Rinoceronte. Ubicando a los nazis como enfermos mentales liderados por una megalómana llamada Gran Mamá, Svenk narra la historia de amor imposible entre Donna y Donny, este último considerado el némesis de la líder de la locura. Brutal en sus metáforas y alegorías, dolorosa y amarga en su subtexto, comiquísima en su desarrollo, esta obra es testamento absoluto del poder curativo de la risa bajo las peores de las circunstancias.





“Suena la campana, señal de que otro ciclista ha muerto.”

A pesar de una desafortunada tropicalización a cargo de uno de los actores ya en escena que incluye menciones innecesarias a Google Maps, a los tacos de canasta o al cantante Maluma, entre otras, en un esfuerzo innecesario por sacar risas totalmente fuera de lugar, “El Último Ciclista” es contundente en su mensaje y en su crítica. Entre carcajadas, que conforme avanza la obra se van disminuyendo en ciertos momentos como cuando un preso en el muro de los horrores cae muerto por supuestas causas naturales, específicamente que lo mataron de hambre, el público recibe el mensaje, reflexiona y recuerda aquello que nunca debemos olvidar. Esta reflexión se consigue por la obra misma, por su potente dramaturgia, lo cual también obliga a pensar si el prologo y epílogo narrados por una voz en off e insertados en la puesta realmente son necesarios o es un acto de condescendencia al público en un afán por explicar lo que no necesitaba explicación.

“¡Extra! ¡Extra! ¡Comienza la limpia!”

En la cúspide de su poder, Gran Mamá se sube sobre una mesa de metal para declamar las diez leyes primordiales de su régimen. Antes de ello, sus esbirros deshacen algunos amarres en su vestido rojo aterciopelado para revelar una aún más grande y vistosa vestimenta de una altura de aproximadamente dos metros. Del otro extremo, tres lunáticos con ojos desorbitados y pelo que pareciera provenir de una medusa, con batas de retazos y calzoncillos bombachos tratan de seguir la perorata de su líder. Personajes llevados al extremo de lo fársico usando máscaras a la usanza de la Commedia dell’arte, una escenografía y un magnífico vestuario , ambos construidos a base de retazos de tela diseñados por Andrea Pacheco con lujo de ingenio, bicicletas imaginadas a partir de la presencia de manubrios y música original compuesta por Ricardo Zárraga que mezcla el estilo de la época de la Segunda Guerra Mundial con tintes circenses. A excepción de una iluminación que constantemente ensucia la escena con sombras o pintándola sin razón de diversos colores, la propuesta visual de “El Último Ciclista” a cargo de la directora Natalia Goded resulta más que idónea para lleva el texto a sus últimas consecuencias tanto en hilaridad como en profundidad. Con un claro entendimiento del absurdo, un manejo del tono que con efectividad logra transmitir la gravedad de la temática y un ritmo apropiadamente acelerado, la casi sátira propuesta por la directora es testimonio de un gran talento y de una enorme sensibilidad para poder tratar tan delicado tema con buen tino.





“Hay que borrar la memoria del barrendero quemando la escoba.”

Donny el enamoradizo dueño de una tienda de abarrotes, Donna la muy aniñada objeto de su afecto, la madre de Donna, personificación caricaturesca de una buena madre judía, el vendedor que tiene soluciones a todo y que desea con lascivia a Donna. Quince personajes interpretados con buena manufactura por un elenco conformado por Omar Esquinca, Mariana Villaseñor, José Ponce, Víctor Vargas Avena y Natalia Goded son los encargados de contar “El Último Ciclista”. Ya sea con juegos de voces, con diferentes fisicalidades o con cambios radicales de vestuario, cada uno de los integrantes de la obra reciben su propia personalidad, estilo y gracia en un esfuerzo conjunto de equipo que funciona de maravilla por su unidad de calidad.

“Emite una orden para eliminar lo que más odias.”

Crecí a lado de judíos, a muchos los considero familia. Mi relación con el Holocausto siempre ha sido una de repulsiva fascinación al encontrar el evento grotesco en su máxima expresión al mismo tiempo que trato de entender cómo es que se dieron las condiciones para que pudieran suceder. “El Último Ciclista” me reafirma el poder sanador de la risa, me recuerda que a través de una carcajada un hombre puede exorcizar demonios o aprender la lección mejor que con una bofetada. Felicidades a la compañía teatral Los Weros Teatro por un montaje de tan alta calidad, por generar verdaderas propuestas con una voz y un mensaje. Sobre todo, por poner su granito de arena en la memoria de la humanidad

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: “El Último Ciclista”

DRAMATURGIA: Karl Svenk

TRADUCCIÓN Y ADAPTACIÓN: Isaac Slomianski

DIRECCIÓN: Natalia Goded

ACTUAN: Omar Esquinca, Mariana Villaseñor, José Ponce, Víctor Vargas Avena y Natalia Goded.

DÓNDE: Foro La Gruta dentro del Centro Cultural Helénico.

DIRECCIÓN: Avenida Revolución 1500, Colonia Guadalupe Inn.

CUÁNDO: Miércoles 20:30 horas. Hasta el 15 de Agosto.

COSTO: $200 entrada general. Disponibles en taquilla y Ticketmaster.

DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking y estacionamiento.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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