Para quienes quieren ver una perversa, perturbadora y magnífica obra de terror psicológico.

AQUÍ Y AHORA

El bebé se murió. Así de simple, así de terrible y desde entonces su matrimonio no se ha logrado recuperar; quizás nunca lo haga. Benito sufre pero también quisiera poder seguir adelante, recoger los pedazos y buscar ser feliz de nuevo junto a Alicia, pero ella es incapaz de detener los llantos del bebé que aún escucha en su cabeza. El dormir le ayuda un poco; soñar es bueno para ella. Llaman a la puerta… son los vecinos… la pesadilla apenas está empezando.

¿Hasta dónde se le puede permitir la entrada a alguien en nuestras vidas? ¿En qué momento se considera que una persona, un vecino por ejemplo, se está entrometiendo, está siendo demasiado invasivo? Gil y Julieta, junto con Francisco, su hijo treintañero, han decidido ayudar a Benito y a Alicia a superar la muerte de su hijo para que puedan ser felices, sin importar los métodos o las consecuencias. Una literal invasión a la vida privada e incluso a los rincones más oscuros de sus mentes es parte de la macabra propuesta que la dramaturga canadiense Catherine-Anne Toupin presenta en su estupenda y escalofriante obra de terror psicológico “Aquí y Ahora”.

“A mi hijo Francisco le va a encantar vivir aquí.”

 

Para poder descender hasta los horrores que propone “Aquí y Ahora” se requería de un director que pudiera diseccionar cada aspecto, cada personaje, cada sutileza del texto de Toupin para así poder plasmarlos en escena con un profundo entendimiento de lo que es el ritmo escénico y la teatralidad. Honestamente no se me viene a la mente una mejor elección que Hugo Arrevillaga quien, no sólo ha trabajado recurrentemente con temas de pérdida y el asfixiante peso del pasado, sino que además logra verdaderas atmósferas invasivas en la privacidad de esta pareja a partir de imaginativas soluciones escenográficas.

Alejándose por completo de dramatismo que ha marcado trabajos anteriores como “Incendios” y “Antes te Gustaba la Lluvia” (crítica en www.entretenia.com), Arrevillaga provoca en los asistentes angustia, incredulidad, shock y un muy real terror a medida que las cosas se salen de control en el departamento de Benito y Alicia. Para aquellos que gustan del buen cine de suspenso encontrarán en “Aquí y Ahora” un sabor indiscutible a obras maestras como “El Inquilino” y “El Bebé de Rosemary” de Roman Polanski o “Mulhollando Dr.” de David Lynch.

“Siempre preferimos algo, incluso en las cosas más banales.”

 

Las actuaciones de los cinco integrantes del reparto de “Aquí y Ahora” son sencillamente impactantes. Concepción Márquez, con quien Arrevillaga ya había trabajado anteriormente, y Marco Antonio Silva consiguen que nos retorzamos en nuestros asientos en una extraña mezcla de fascinación y asco como los vecinos invasores. Tanto Mariana Garza como Pablo Perroni en los papeles de Alicia y Benito se revelan como actores de enorme presencia escénica al llevarnos de la lástima y la conmiseración a la incredulidad y al escándalo mientras somos testigos de la manipulación de la que están siendo víctimas. El grupo lo completa Antón Araiza como Francisco, el hijo mal querido de los vecinos, quien consigue que se nos ponga la piel de gallina a medida que su personaje va adquiriendo tonos cada vez más oscuros. Un verdadero tour de force actoral que nos captura desde el inicio de la obra y que cruelmente no soltará a nadie hasta que se apaguen las luces al final.

“Qué lástima que no tuvimos tiempo para conocernos.”

 

¿Qué es real, qué es fantasía? ¿Dónde termina el sueño, la pesadilla, y empieza la realidad? El pasado y el futuro son únicamente conceptos en nuestras mentes, no existen ya; lo único tangible es el aquí y el ahora. Un texto de gran impacto cae en manos de uno de los mejores directores teatrales de nuestro país, quien a su vez conjunto un sólido grupo de actores para inaugurar lo que auguro será uno de los foros escénicos más importantes de la Ciudad de México. Mariana Garza y Pablo Perroni demuestran inteligencia como empresarios y enormes agallas como artistas al estrenar el Foro Lucerna con “Aquí y Ahora”. El temblor en mis manos cuando terminó la obra sólo puede ser equiparable a la fuerza con la que aplaudí al final de la función. En este momento, en frente de mi computadora, mientras escribo estas líneas, aquí y ahora, brindo por ustedes. ¡Mucha mierda!

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